¡Despierta ya!

¡Despierta ya!
No estás en un cuento de hadas.
El mundo real te espera
más allá de esa puerta cerrada.
Y sí… lo sé,
eso es lo que más te aterra:
no saber si serás capaz de sobrevivirlo.

Prefieres encerrarte bajo llave,
abandonarte al silencio,
como si la quietud pudiera protegerte
del caos que afuera respira.
Las responsabilidades te queman,
y la vida, sin ellas,
parece menos áspera.

Mientes.
Para evitar el conflicto.
Para no herir a nadie.
Y en el intento,
eres tú quien se desangra en silencio.

Llevas un peso que no nació contigo,
pero lo has cargado durante años
como si fuera parte de tu piel.
Y ahora, solo es eso:
una herida que ya no sabes cómo sanar.

¡Despierta ya!
Eres el único capaz de arrancarte del abismo.
¡Despierta ya!
El mundo no se detiene,
no espera,
no recuerda a los que se quedan atrás.

¡Despierta ya!
Conquista lo que debas conquistar,
mientras tus piernas aún puedan sostenerte,
mientras tus brazos aún levanten el peso del día,
mientras tus ojos sean capaces
de ver la belleza escondida
incluso en la ruina.

¡Despierta ya!
¡Una vez más!
¡Despierta ya!
El mundo real no es amable,
pero es tuyo si lo reclamas.
Y está ahí,
justo afuera de tu puerta.