Una lámina, una dosis
Una lámina, una dosis.
El mundo se disuelve en colores.
Árboles verdes,
rosas blancas,
un cielo azul que respira como el mar.
Todo es una maravilla irrepetible,
todo parece eterno.
Susurros en mis oídos—
ecos de lo que nunca existió.
Alucinaciones divinas
teñidas de paranoía pura.
Estoy tendida sobre el pasto seco,
mirando constelaciones que giran,
viendo galaxias donde solo hay cielo.
El encanto que me ofreces es dulce,
pero tu sabor es agrio,
y me eriza de miedo.
Viajo sin maletas al país de las maravillas,
cayendo,
más y más profundo
por el túnel del conejo blanco.
Tierras distorsionadas me rodean,
gigantescas, abrumadoras.
Soy una hormiga
perdida en la vastedad de una sinfonía cósmica.
Una lámina.
Una dosis.
¿Un viaje? ¿Un sueño? ¿O esta vez, realidad?
Tal vez todo es un espejismo,
una creación de mi mente.
O tal vez—
y eso es lo que más me asusta—
esta es, en verdad,
mi única verdad.